02/05/11 Con ayuda de un robot, la encontraron a 4 km de profundidad en el Atlántico.
PorELEONORA GOSMAN
San Pablo. Corresponsal
San Pablo. Corresponsal
El robot Remora 6000 recuperó ayer al mediodía una de las cajas negras del Airbus 330 que cayó en pleno Atlántico el 1º de junio de 2009. Por la profundidad a la que se encontraba, 3.900 metros por debajo de la superficie marina, llevó dos años localizar e izar el dispositivo que en realidad es de color naranja. En el interior del artefacto están grabados los datos del vuelo 447 de Air France, que salió de Río de Janeiro rumbo a París con 228 personas a bordo. Para la aerolínea francesa y la multinacional Airbus la gigantesca operación de búsqueda valió la pena: ahora podrán descifrar el motivo exacto de la catástrofe .
Hasta ahora, había muchas especulaciones y sólo algunas conclusiones valederas, que derivaron del análisis de los restos del avión hallados en 2009. Pero faltaba el elemento que facilitará el dictamen definitivo.
Los especialistas del Bureau de Investigación y Análisis de Francia (BEA), responsables del operativo de búsqueda, indicaron que el Remora 6000, el “héroe” de esa hazaña, pudo recobrar el módulo que contiene la grabación de los datos del vuelo llamado FDR (por la sigla de Flight Data Recorder) pero no logró detectar dónde está el grabador de voz , el Cockpit Voice Recorder (CVR) en el que constan los últimos diálogos entre comandante, copiloto y tripulación antes de la caída.
El miércoles pasado, el Remora había detectado dónde estaba la caja que protegía el FDR. Pero faltaba el corazón informativo del conjunto: el cilindro anaranjado con el grabador de datos. No era fácil identificar el lugar donde podía ocultarse esa pieza central por las dificultades de operación que representa semejante profundidad marina, donde la oscuridad es casi total. Finalmente, ayer a la mañana la vieron flotar entre los restos del avión siniestrado . Hasta ahora, las hipótesis del accidente vertidas por la BEA apuntan a la falla de unos sensores de velocidad Pitot dispuestos en el exterior de la cabina.
Pero hay muchas otras suposiciones. Una es que la aeronave siguió su rumbo dentro de una tempestad oceánica sin evadirla como hicieron otros aviones que volaban por el mismo camino con pocos minutos de diferencia. Se ha afirmado que habría una razón para que el piloto optara por no apartarse de la ruta previamente especificada: los tanques tendrían apenas el combustible indispensable para llegar a destino sin desvíos.
Ayer, la Fuerza Aérea Brasileña informó que acompaña in situ las investigaciones del organismo aeronáutico francés. Entre las víctimas del accidente había casi tantos brasileños como franceses: 59 entre los primeros y 72 entre los segundos. Pero además, el avión cayó apenas minutos después de abandonar el área de control aéreo brasileño, a 900 kilómetros de la isla de Fernando de Noronha. El coronel aeronáutico Luis Claudio Lupoli, quien se encuentra a bordo del navío Ille de Sein que llevará la caja negra a París, sostuvo que el trabajo del equipo “se hace con absoluta transparencia. Hemos tenido acceso a todos los documentos internos elaborados por la BEA”.
El inicio de esta última fase de búsquedas en mar abierto, en los primeros días de abril, había permitido detectar y fotografiar los restos de la aeronave casi a 4 kilómetros de profundidad como también los cuerpos que permanecieron en aguas heladas durante estos dos años.
El hallazgo de las víctimas, que se mantuvieron en el lugar amarradas por los cinturones de seguridad, despertó esperanzas entre los familiares. “Tal vez ahora pueda cerrar la herida”, dijo Nelson Farias Marinho, padre de uno de los pasajeros. Otros, en cambio, preferirían que los cuerpos queden donde están. El presidente de la Asociación de Familiares, Maarten Van Sluys, quien perdió una hermana en el vuelo, también consideró positiva la posibilidad que se abre de rescate de los restos. Pero admitió que muchos parientes temen una frustración.
Fuente: www.clarin.com
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